Te cuento mi historia
Hola soy Angelica Martínez -Lila Papaya. Nací en Colombia y desde hace más de dos décadas soy ciudadana del mundo.
Nací en Bogotá, viví una niñez alegre y llena de color. Durante mi adolescencia, un
cambio drástico barajó mis cartas nuevamente: la violencia de esos años en mi
país me obligó a desplazarme de mi territorio y terminé en Italia, donde
comenzó mi primera experiencia como migrante. En Roma pasé 16 años, años que me
transformaron por completo. Allí terminé el colegio, me gradué como traductora
de español, italiano, inglés y francés, y también me volví adulta. Desde
entonces, "casa" significa para mí dos lugares separados por el
océano.
Por varios
años, viajé por Europa. Viví en siete ciudades, aprendí sobre culturas y
enfrenté diferentes procesos migratorios. Un día, agotada de las maletas y de
tanto movimiento, decidí que la suerte elegiría mi próximo destino. Puse en un
tarro nombres de ciudades europeas donde aún no había vivido y dejé que mi mano
escogiera. Un mes después, estaba en Berlín. Sin saberlo, ese sería uno de los
cambios más retadores de mi vida.
Llegué en
2017, lista para comenzar de nuevo, el inicio fue difícil y solitario. Con el
tiempo, y a pesar de los desafíos, esta ciudad comenzó a convertirse en mi
hogar. Durante el encierro de 2020, como nos pasó a muchas personas, mi mundo
se redujo y muchas certezas se derrumbaron. En medio de ese caos, tuve la
suerte de encontrarme con Frauenalia, un centro para mujeres migrantes
hispanas. Esa experiencia fue una revelación para mí.
Siempre he
sentido el deseo de ayudar a las personas y lo había hecho de muchas formas,
pero fue en Frauenalia donde descubrí mi verdadera vocación: ser coach
ontológica y acompañar a personas que, como yo, enfrentan procesos migratorios
y transformaciones profundas. Durante el encierro, mientras el mundo estaba en
pausa, estudié día y noche. Dos años después, logré mi meta: una nueva carrera
y herramientas profesionales para acompañar a otras personas desde el enfoque
del coaching ontológico no directivo. Hoy, sigo en constante formación y ya
cuento con cinco postgrados que me permiten ofrecer un acompañamiento valioso y
responsable.
La pandemia
no solo fue estudio. Había demasiadas horas vacías y tediosas, y me di cuenta
de que me faltaba un hobby manual. Un tambor de bordado llegó a mis manos casi
por casualidad. Pregunté en el grupo de Facebook de latinas en Alemania si
alguien tenía hilos de bordar que no usara, y una chica me regaló los suyos.
Así comenzó todo.
En ese
momento no lo noté, pero con el tiempo realicé que los hilos y las agujas
estaban en mi sangre: mi abuela Lila Aminta fue una gran modista, y mi madre,
en su juventud, había sido una experta bordadora.
Gracias al
apoyo y al coraje que me dieron mis amigas y hermanas de Frauenalia —Carla,
Karen, siempre estaré agradecida— decidí abrir una cuenta en Instagram para
compartir mi trabajo. Así nació mi proyecto. Llamarlo "Lila Papaya"
fue natural: la papaya es mi fruta tropical favorita, me conecta con mis raíces
y mi hogar. Lila, además de ser el nombre de mi abuela, es un color que evoca
calma y, junto con el violeta, simboliza feminismo y apoyo entre mujeres.
Hoy,
después de cuatro años bordando y aprendiendo, me considero una artista de los
hilos. Bordar llena mi corazón de alegría. "Lila Papaya" es más que
un emprendimiento; es un espacio donde el bordado y el coaching se unen. A
través de estas dos pasiones, puedo expresar mi imaginación y acompañar a
personas migrantes, artistas y emprendedores en sus procesos de crecimiento
personal y sus caminos para brillar.